Monday, February 27, 2012

Three Messages and a Warning: Contemporary Mexican Short Stories of the Fantastic

By Santiago Daydí-Tolson

Title: Three Messages and a Warning: Contemporary Mexican Short Stories of the Fantastic
Edited by:  Eduardo Jiménez Mayo and Chris N. Brown. 
Introduction by Bruce Sterling. 
Pubisher House: Small Beer Press
Year: 2012

Anthologies are a good way of introducing to the public authors and trends which would be difficult to know about by reading books of individual writers. Anthologies of translated work are particularly useful for readers who otherwise will have little opportunity to sample the literary developments in a foreign language. By offering a selection of thirty four short stories of the fantastic written by contemporary Mexican authors, mostly unknown to American readers, Three Messages and a Warning serves well the purpose of a clearly defined anthology.
            The sample of short stories offered in this book is large enough to give voice to a representative number of Mexican writers who make of the fantastic an inspiration of their story telling. Related to a cosmopolitan trend in Latin American letters, the fantastic, with in some cases examples of science fiction, might seem unrelated to any form of national representation or concerns; but as Bruce Sterling observes at the outset of his introduction, aptly titled “Better Than a Mirror,” this anthology of Mexican writers has very much of a national flavor. The fantastic stories are undeniably Mexican, they clearly talk about Mexican characters and situations, they reflect the quirks and peculiarities of a culturally well defined and complex people.
            The issue of Mexican national flavor is brought up by the critic because of its significance for foreign readers, and particularly to Americans, who tends to have a quite clear, and probably over simplistic, understanding of what constitute Mexican culture. The modern fantastic, with its science fiction tendencies does not appear to be a component of the Mexican image. This anthology proves them wrong. 
            It is quite evident, though, in this selection, that the science fiction component of the fantastic does not have for these Mexican authors the attractiveness of spectacular technology or mind boggling scientific theories of the future characteristic of most science fiction, from Jules Verne to the present. Instead, the detailed nature of the fantastic is left aside in favor of a more suggestive allusion to the extraordinary. What seems to matter to this authors is the emotional, even intellectual experience of the uncanny. In that sense, the “Contemporary Mexican Short Stories of the Fantastic” are quite different from fantastic narratives written in English, across the border.
            Thus, to read these stories in translation is to experience a quite different way to tell about the fantastic; it is to experience the Mexican way to understand the function of fantasy in present day literature. The introduction points to the essence of this difference observing that “this book offers what science fiction offers to Mexicans: a fantastic laboratory for identity issues. What could be more Mexican than this concern for matters of identity.
            Eduardo Jiménez Mayo and Chris N. Brown should be congratulated in having conceived and edited this anthology. With it they brings attention to a literary phenomenon deserving discussion in comparative terms. The fact that each story has been translated by a different translator serves well the variety of stories, each one having a very different voice from the others. Originality and imagination are not lacking in this book of out of the common tales of Contemporary Mexico.



Sunday, February 19, 2012

Sesenta días para abandonar el país

Por Miguel Arana

Título: Sesenta días para abandonar el país
Autor: Hemil García Linares
Editorial: Vagón azul
Año: 2011

Sesenta días para abandonar el país nos narra las experiencias de un peruano de clase media baja y con estudios en periodismo; se trata de Gerardo Gómez, quien se ve obligado por las circunstancias a trabajar como vendedor de tarjetas de crédito y préstamos para un banco extranjero en la capital del Perú, Lima. Su situación no es nada sui generis en la tres veces coronada villa, sino que es idéntica a la de miles de personas con educación superior, profesionales graduados e incluso con estudios de post-grado dedicados a recorrer las calles a diario, ya sea manejando uno de los innumerables taxis (p. 19), o perteneciendo a la inmensa legión de vendedores de ilusiones (tarjetas de crédito, préstamos, pensiones, viajes, etc.). Son éstos los únicos trabajos posibles para la gran mayoría de los que han superado la barrera de los 25 años y por diferentes razones no se han establecido o no les “ha ido bien” (p.22).
En comparación con la mayoría de sus compatriotas, realmente, a Gómez no le va mal, pero no posee ningún tipo de estabilidad y en cambio sí tiene aspiraciones. Los vendedores son material desechable y fácilmente reemplazable con miles de otros que esperan su oportunidad. Lo que sí se les ofrece es “pan y circo”, celebraciones acompañadas de abundante comida y licor para “estimularlos”. Precisamente Sesenta días para abandonar el país empieza con una de estas celebraciones donde el narrador cuenta, en tono burlón, una “original” frase del gerente de ventas: “[…] el hombre decretó que el oficio más antiguo del mundo no era la prostitución sino las ventas, ya que desde el inicio de las culturas siempre hubo mercaderes que vendían o intercambiaban prendas, esencias, telas. Una cagada de discurso, pero todo el mundo lo felicitó” (p.14).
Desde el inicio de la novela, el narrador en primera persona nos permite no sólo compartir sus experiencias sino que también nos deja penetrar en sus más profundos pensamientos y emociones. Sentimos su frustración cuando menciona a su amigo del colegio, el tuerto Álvarez: “Ver al tuerto tan bien vestido inevitablemente me hizo pensar si él veía cómo lucía yo. Miré mi traje del banco y mis zapatos empolvados por andar a pie.” (p.32). Asimismo, nos muestra la discriminación racial y social que aún existen en la sociedad limeña y lo vemos cuando expone el desinterés por un potencial cliente que “no era rubio ni adinerado” (p. 16).
Por otro lado, la narración se desenvuelve con soltura y se torna amena y cautivante, el lenguaje utilizado es accesible y coloquial. Además, la técnica del narrador al describir en forma de diario sus últimos días en Lima y como si fuera esa vida una cuenta regresiva le añaden al relato cierta dosis de emoción y suspenso que mantiene al lector interesado; pero también simboliza una especie de próxima ruptura del cordón umbilical, los últimos días de lo conocido y el inicio de una aventura incierta. Eso hace que Gerardo sea constantemente asaltado por la duda de emigrar o no, que es reforzada por el recuerdo de algunas experiencias fallidas de gente conocida que intentó antes “el sueño americano” pero que no logró alcanzarlo u otras que sí llegaron pero para quienes el sueño se convirtió en pesadilla: “Algunos de ellos han padecido cárcel por ser ilegales y tuvieron que esperar sus juicios de deportación viviendo con un grillete electrónico en el pie con el cual la policía los rastreaba donde quiera que se escondiesen” (p. 57).
Al llegar a la “tierra prometida” la duda, en lugar de despejarse, se acentúa. La inseguridad y la incertidumbre son el pan de cada día: “Es difícil saber lo que me depara el futuro, si triunfaré o me deportarán. No sé si limpiaré baños toda mi vida o un día lograré mi legalidad y un mejor trabajo. […] Ahora sé que los sueños son primos hermanos de las pesadillas.” (p. 110) Peor aún, luego del 11 de septiembre lo abraza el temor de morir en esta tierra, no deseado y alejado de sus seres queridos.
Esta obra semi-biográfica de García Linares nos expone con claridad una serie de situaciones bastante comunes de las sociedades latinoamericanas como la falta de oportunidades, el racismo, las frustraciones, las desigualdades sociales, las relaciones sentimentales y laborales, entre otras, mientras que, por otro lado, sin adornos nos presenta, la verdadera realidad de los inmigrantes latinoamericanos en los Estados Unidos. 
Sesenta días para abandonar el país es una lectura imprescindible para entender mejor a Latinoamérica, comprender el afán emigratorio de mucha de su gente, y apreciar su lucha por una vida mejor en un contexto extraño y muchas veces hostil. Mientras tanto, muchos como Gerardo continuarán preguntándose: “¿Qué carajo es realmente el American Dream?” (p. 104)