Por Anadeli Bencomo
Título: Señales que precederán al fin del mundo
Autor: Yuri Herrera.
Editorial: Periférica, España, 2010.
Yuri Herrera nos entrega esta segunda novela, breve como sus Trabajos del reino, donde se manifiesta de manera bastante discernible un mayor dominio de la escritura literaria. Si este texto comparte la prosa intensa de su primer libro, el discurso gana aquí una nueva densidad ficcional gracias al manejo certero del estilo simbólico. El asunto de la novela, el cruce desde México al vecino país del Norte, no es materia novedosa, pero sí lo es el tratamiento del tema fuera del popular molde del realismo asociado con gran parte de la narrativa norteña.
En una primera aproximación, la ambientación imaginaria del relato nos recuerda a un cuento de Ignacio Padilla, “Desiertos tan amargos”, gracias a la recurrencia de una prosa cargada de imágenes metafóricas y un cierto aire apocalíptico donde se invierten las imágenes del sueño americano: “Nosotros somos los culpables de esta destrucción, los que no hablamos su lengua ni sabemos estar en silencio. Los que no llegamos en barco, los que ensuciamos de polvo sus portales, los que rompemos sus alambradas.” (109) Aparte del tono onírico de algunos pasajes, el relato acierta al sortear los lugares comunes de la narrativa de la frontera. Aquí valdría la pena subrayar que en la historia de Makina están presentes los clichés paradigmáticos de cierta literatura de migración: la hermana que parte al Norte en búsqueda del hermano, el auxilio del Coyote, la amenaza de la Migra, el restaurante como lugar de empleo del inmigrante mexicano, el racismo del norteamericano promedio. Sin embargo, la prosa de Herrera en este libro supera el registro testimonial que generalmente se asocia a este tipo de recuento y que en cierta medida era la limitación de su anterior novela sobre el mundo del narcocorrido.
La división del libro en nueve apartados bien construidos y sugestivamente titulados es igualmente otro de los aciertos de la novela, organizada a partir de un contrapunteo entre una dimensión mítica – el inframundo, la mensajera elegida, la travesía por las aguas- y la realidad cotidiana del inmigrante mexicano. Las coordenadas de un México real están representadas por el Pueblo, la Cuidadcita y el Gran Chilango, espacios todos de un cataclismo sugerido. De ahí ha partido el hermano de Makina en busca de unas tierras heredadas y ubicadas en el mítico Norte.
De ahí que no resulte descabellado pensar en estas Señales que precederán al fin del mundo como una versión invertida del viaje de Juan Preciado a Comala en búsqueda de una herencia paterna. Pero si en Pedro Páramo el personaje se internaba en el inframundo, la dirección del viaje de Makina sugiere el tránsito inverso, desde el inframundo a la realidad. Cuando Juan Preciado llega a Comala acompañado del furtivo arriero comprueba que ha arribado a un “pueblo sin ruidos”. Esta misma imagen es la que cierra la novela de Herrera, cuando el personaje de Makina comprende que ha llegado al Norte para quedarse en medio de un mundo cargado de silencio. Un mundo abierto a lo nuevo donde se desdibujarán la memoria, los olores y los colores de una comarca que se ha dejado atrás al investirse de la nueva identidad de migrante.
Esta historia está cargada de ecos, de significados e historias aludidas oblicuamente a partir de un estilo paralelamente conciso y poético. Señales que precederán al fin del mundo es una novela bellamente escrita, cuyo carácter sugerente no se corresponde con la portada del libro desafortunadamente ilustrada con una fotografía del más puro estilo mexican curio. Razones mercadotécnicas que popularizan en España la producción narrativa del México norteño, pero que en el caso de la novela de Yuri Herrera habrán de vérselas con una prosa que se las juega todas a favor de un estilo renovador y exigente.