Autor: Enrique Vila-Matas,
Título: Dublinesca;
Editorial: Seix-Barral, 2010
Ciudad: Barcelona
Los libros de Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) proporcionan una gran variedad de referencias culturales. Escritores, editores, cineastas, novelas, poemarios, películas, teorías literarias y conceptos universales sobre el arte de narrar se suceden en las páginas de un libro que, como en el caso de Dublinesca (2010), completa un hilo discursivo que oscila a lo largo de las más de trescientas páginas entre lo particular, lo colectivo, lo vivencial, lo reflexivo, lo real y lo simbólico, para contar con una proyectada ambición: vida, literatura y destino.
Samuel Riba, el protagonista, pertenece a esa rara estirpe de editores cultos, obsesionado por un catálogo de calidad y a la espera de ese genio que nunca llega. Cuando el negocio se ha ido a la ruina, Riba se aparta del mundo editorial y de la bebida; sin embargo, ambas obsesiones le atormentan y marcarán, de alguna forma, su existencia contada en Dublinesca a lo largo de tres meses: mayo, junio y julio, que coinciden con los preparativos de un viaje a Dublín, el propio viaje y la estancia que conlleva el funeral de la era Gutenberg. Durante una grave enfermedad, mientras el editor convalecía en el hospital, tuvo un sueño inquietante y revelador: transcurría en Dublín, lugar que nunca había visitado, pero allí vivirá algunas de las situaciones más desconsoladas que nadie pudiera imaginar en un sueño. En realidad, esta, y no otra, es la excusa que pone Riba a su madre cuando le pregunta por sus actividades editoriales, inexistentes en esos momentos, aunque la anciana ignora la ruina del hijo. Será entonces cuando decida viajar a la ciudad irlandesa y celebrar, con un grupo de amigos, el famoso Bloomsday, el 16 de junio.
En esta novela, trascendente aún más que las anteriores, Vila-Matas se debate, con sus héroes, entre la realidad y la fantasía, la sabiduría y el caos, la melancolía y el sentimiento, para narrar en un frenético presente la soledad más absoluta a la que pueden llegar sus personajes. Pero Dublinesca ofrece, en su conjunto, un notable cambio, tanto si hablamos del registro narrativo como si lo hacemos de la estructura: el primero resulta más paródico, el humor campea por la historia, resulta en ocasiones mordaz y, con respecto a la estructura, todo ese acervo de comentarios literarios, citas, nombres, en esta ocasión se concretan en torno a la trama narrativa, es decir, el Ulysses, y los autores pro irlandeses que, de alguna manera, hilvanan la vida paralela de un Riba arruinado aunque con una biografía no menos edificante que la de sus admirados, Joyce y Beckett, incluso de la propia figuración del escritor que a lo largo del libro seguirá soñando, pese a la gran avalancha de información pro internet que Google proclama en nuestro mundo y del que Vila-Matas sale airoso porque su novela resulta la más hilarante y divertida, profunda y cómica, y con tanto acierto que tras anunciar la muerte de la literatura le otorga a esta misma un espléndido futuro en el que sin duda, el barcelonés será un representante a tener en cuenta.
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